jueves, 29 de mayo de 2008

Edgar Allan Poe

(19 de enero de 1809 - 7 de octubre de 1849)
Destacado escritor estadounidense. Es considerado el padre y maestro del cuento de terror psicológico (un tipo de narración en la cual se busca el escalofrío, no a través de la evocación macabra que apela a los sentidos como una escena sangrienta, sino de técnicas más complejas, dirigidas más bien a la mente o emotividad del lector) y del relato corto . Fue precursor también del relato detectivesco y de la literatura de
ciencia ficción, y renovador de la llamada novela gótica ( texto literario relacionado directamente con el de terror).
Los cuentos de Poe han sido llevados al cine una y otra vez y aunque quizás creas que no conoces ninguna de sus historias, seguramente más de una historia vista en televisión tiene su origen en un relato de Poe, por ejemplo algunos capítulos de Los Simpson.
De los muchos cuentos que tiene Edgar Allan Poe nosotras estamos trabajando con diez de ellos: El gato negro, el entierro prematuro, el escarabajo de oro, el corazón delator, Berenice, Ligeia, el retrato oval, el pozo y el péndulo, la carta robada y la caída de la casa Usher.

Aquí esta la ficha y un resumen de uno de los textos:
Título: El corazón delator
Autor: Edgar Allan Poe
Género: Narrativo
Esta historia se trata de un hombre que vivía con un viejo, cuyo ojo le molestaba mucho y decidió matarlo, por este motivo. Una noche se dirigió a su habitación, el viejo se despertó, pero como todo estaba muy oscuro ambos se quedaron quietos y mudos. De pronto el hombre empezó a escuchar el corazón del viejo, sonido que se hacía cada vez más fuerte, hasta que ya no lo soportó más y le echó encima el colchón. Luego cortó el cuerpo en partes y escondió los restos debajo de unas tablas, en el piso. Minutos después llegaron a la casa tres policías que habían sido llamados por un vecino. El hombre los recibió de forma muy calmada, y finalmente los condujo a la habitación del muerto, trajo unas sillas y se puso a conversar con los policías. De pronto escuchó un ruido, que se hacía cada vez más grande, era el corazón del viejo que no dejaba de latir, hasta que ya no lo soportó más y gritó lo que había hecho, confesando su macabro crimen.
En apenas siete páginas, Edgar Allan Poe nos muestra su obra maestra del relato corto por su carácter de clásico, por sus virtudes y sencillez narrativas. También participan de esta historia escasos personajes, son todos anónimos, no se muestra ningún dato que los identifique. Tampoco de lugar o de tiempo, por todo lo cual el relato se lee hoy igual que cuando fue escrito, hace más de ciento cincuenta años. El asesino razona con tan llamativa claridad. Su único defecto es esa extraña obsesión que lo domina. ¿Acaso actúa como una bestia inhumana? ¿Se nos presenta en todo momento como un loco de atar? Su enfermedad, no parece mucho más grave que una simple y cotidiana
neurastenia (es una enfermedad caracterizada por un cansancio inexplicable que aparece después de realizar un esfuerzo intelectual) presente en cualquier persona. El cuidado con que procede, su cautela, no se enuncian simplemente: son plasmados con todo lujo de detalles por el autor.

He aquí un video de esta gran cuento:



Les dejamos un trozo de esta obra maestra:
“Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!”

¿Crees que lo que el hombre escuchaba era realmente el corazón del viejo? Fundamenta tu respuesta.

lunes, 5 de mayo de 2008

Rayuela, fragmento (Julio Cortázar)

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.



PD: Por sugerencia de un visitante subo el texto en los propios labios de Cortázar